H.SCARONE
El 23 de abril de 1967, Héctor Scarone fue a ver a Nacional, como lo hacía habitualmente. Se sentó en el palco del Estadio Centenario junto al Vasco Pedro Cea, su compañero de campañas olímpicas y mundiales, para seguir a su equipo contra Guaraní de Asunción por la Copa Libertadores. La tarde, más fría de lo habitual para el comienzo del otoño, resultó emocionante. Nacional comenzó perdiendo, pero lo dio vuelta con goles de Ruben Sosa, Espárrago y Mugica de penal. Scarone no estaba bien de salud, pero aquella tarde regresó contento a su casa.
Cincuenta años antes, Héctor había alcanzado su consagración con la Celeste, conquistando ante Argentina el gol que dio a Uruguay la primera Copa América oficial, que puso en juego el flamante trofeo. Fue en el Parque Pereira, un gran estadio de madera construido para la ocasión en los terrenos donde hoy se encuentra la Pista de Atletismo.
Aquel entreala más bien bajo, de piernas flacas y pelo enrulado, peinado con raya al medio como se estilaba entonces, había surgido poco tiempo antes en el Cometa Halley Football Club, un equipo de chiquilines del Arroyo Seco. El Halley había pasado tan cerca de la Tierra en 1910 que muchos temieron el fin del mundo. Al final, todo quedó en un espectáculo imborrable para quienes lo vieron, con el astro adornando el cielo incluso durante el día. Todos hablaban del cometa y de ahí que su nombre llegara también al fútbol.
Héctor, nacido en 1899, era el hermano menor de Carlos, quien se destacó pronto en el barrio por la potencia de su juego. Y así pasó a defender los colores del CURCC. Su padre, Giusseppe Scarone, un tano auténtico, se hizo fanático aurinegro. Por eso, cuando Carlos decidió jugar por Nacional, ocurrieron un montón de cosas: Giusseppe lo increpó, nació el apodo de manyas, Nacional formó un gran equipo que ganó el tricampeonato 1915-1916-1917 y Carlos se terminó llevando a Héctor a los entonces llamados albos. Y, con el tiempo, el menor de los Scarone se convertiría en un emblema de Nacional y de todo el fútbol uruguayo.
Entre 1916 y 1939 jugó 369 partidos en Nacional, convirtió 301 goles y fue ocho veces campeón uruguayo. En ese período también jugó por Barcelona, Inter de Milán y Palermo de Italia, además de un pasaje por Wanderers en 1937. Con 31 conquistas, fue el mayor goleador histórico de la Celeste hasta la aparición de Diego Forlán y Luis Suárez, aunque todavía guarda un récord: los cinco goles que marcó en un solo encuentro, el 28 de octubre de 1926 ante Bolivia, por la Copa América de Chile.
En realidad, Scarone no era solo un goleador, sino un entreala derecho —así se definía su posición en el campo— de notable técnica, capaz tanto de gestar el juego como de definirlo. Quienes lo vieron jugar lo describieron como un virtuoso del pase, pero al mismo tiempo remataba al arco con puntería y potencia, tanto de derecha como de zurda. Una leyenda asegura que nunca falló un penal. Solía practicar sus tiros al arco colocando por ejemplo un sombrero sobre el travesaño, y lo bajaba de un pelotazo.
Noviembre 26, 1898. Nació en el barrio de Arroyo Seco, Montevideo, Héctor Scarone. Delantero, aunque polifuncional por excelencia, jugó en Nacional, Barcelona (ESP), Ambrosiana Inter (ITA), Palermo (ITA) y Wanderers.
Fue considerado el mejor futbolista del mundo de su época (décadas del veinte y treinta del siglo XX). Jugó entre los años 1916 y 1939.
Fue tricampeón mundial al ganar el oro olímpico en Colombes 1924 y Ámsterdam 1928 y la Copa del Mundo en 1930.
En los tres certámenes, fue pieza clave: anotó cinco goles en Colombes, incluido el agónico de la semifinal ante Países Bajos; en 1928 le marcó nuevamente a Países Bajos, Italia y el decisivo y por siempre recordado “Tuya, Héctor” ante Argentina (2-1) en la final. En los tres torneos integró el Equipo Ideal.
Obtuvo la Copa América en 1917 (elegido, además, mejor jugador), 1923, 1924 y 1926. Fue goleador de la Copa América de 1927 junto a Pedro Petrone y Roberto Figueroa. Ostenta el récord de mayor cantidad de goles anotados por un jugador celeste en un solo partido: cinco, ante Bolivia en la Copa América 1926.
Jugó 51 partidos para Uruguay y anotó 31 goles entre 1917 y 1930, siendo, desde 1928 y hasta 2011, el máximo artillero histórico del combinado.
También añadió 18 encuentros y 12 goles en internacionales “B”.
Para muchos, el mejor futbolista uruguayo de todos los tiempos.